La noria del amor

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Empecé el año con la mente caótica. A los dos meses, el caos se quiso ordenar empezando por mi cuerpo y me fui yendo del lugar que habitaba. Ocupé otros lugares. Averigué cómo se ve el mundo desde otros lados. Y mentiría si dijese que me disgustó la experiencia: poder dejar a un lado quién eres para probar suerte en otras vidas es algo tan magnético como adictivo. Para poder explorar mi nueva vida me convertí en una soltera convencida y surgió un nuevo camino y una nueva energía para poder explorarlo. 

Pero el amor es muy caprichoso y se resiste a marchar. Asoma cuando bajas la guardia. Usurpa múltiples identidades y te espera, se reinventa y te hace volver a ser quien eres o quien nunca dejaste de ser. 

En verano surgió este blog: sufría de desamor y empezaba mi nueva vida de soltera. Todo un fenómeno por explorar y tenía (no miento) ganas de hacerlo bien. En mitad de esas páginas el guion dio un salto y lo que no tenía solución se arregló solito. Yo solo tenía que pensar, y darme cuenta, y decidir (ahora por fin) qué quería realmente. 

 Cuando vives otras vidas ajenas a la tuya propia tienes la posibilidad de jugar sin quemarte: no haces daño ni te lo hacen. No pisas el suelo, solo te dejas llevar y flotas. Es llevadero. Sería tentador convertirlo en un modo de vida. Pero cuando la razón aterriza descubres realidades aplastantes como el darte cuenta que el resto del mundo está buscando lo que tú ya has encontrado. Y la falta de misterio es, a veces, monótona. Y la perspectiva de la incertidumbre es, de pronto, muy atractiva. Pero no se puede dejar atrás el amor verdadero cuando lo conoces y cuando te llena. Él manda. Y por eso estoy aquí: enamorada y unida. Regresada y reencontrada. 


Y plena... llena de una promesa para que 2012 sea el comienzo de un camino que aún no sé cómo transitar.



Confío en encontrar el mapa.



FELIZ AÑO 2012